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La reanudación de la misa tridentina representa uno de los primeros gestos del nuevo pontificado hacia los sectores conservadores de la Iglesia
La celebración se llevará a cabo el 25 de octubre de 2025, presidida por el cardenal Raymond Leo Burke. NTX/ARCHIVO
El Vaticano ha anunciado el regreso de una ceremonia litúrgica tradicional que estuvo restringida en los últimos años: la misa tridentina, también conocida como misa en latín o misa tradicional. Este rito, que durante décadas se celebró de manera habitual en la Iglesia, había sido limitado durante el pontificado de Francisco, pero ahora se permitirá nuevamente en la Basílica de San Pedro.
La celebración se llevará a cabo el 25 de octubre de 2025, presidida por el cardenal Raymond Leo Burke, reconocido por su cercanía a la corriente tradicionalista de la Iglesia Católica. Este gesto se considera simbólicamente relevante dentro del contexto de la nueva administración del Vaticano y la atención que busca dar a los fieles que siguen esta forma litúrgica.
La misa tridentina se codificó formalmente en el siglo XVI tras el Concilio de Trento y fue utilizada durante siglos como el rito oficial de la Iglesia Católica. Posteriormente, en el siglo XX, sufrió modificaciones menores antes de que las reformas del Concilio Vaticano II introdujeran cambios significativos, como el uso de lenguas vernáculas en lugar del latín y ajustes en la estructura de la ceremonia.
Durante el pontificado anterior, se establecieron restricciones estrictas para su celebración, entre ellas, los sacerdotes necesitaban autorización del obispo local, no se permitía realizar la misa en iglesias parroquiales regulares y quienes fueron ordenados después de 2021 requerían aprobación directa de la Santa Sede. Estas medidas limitaron la práctica de la misa tradicional y la redujeron a espacios específicos y bajo permisos especiales.
Con la nueva autorización, la misa tridentina volverá a celebrarse en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro como parte de un evento especial organizado por una asociación de fieles tradicionales. Este regreso ha generado diversas reacciones: algunos lo celebran como la recuperación de una liturgia solemne y antigua, mientras otros expresan preocupación por posibles divisiones dentro de la Iglesia y la unidad litúrgica conseguida tras el Concilio Vaticano II.
La reanudación de la misa tridentina representa uno de los primeros gestos del nuevo pontificado hacia los sectores conservadores de la Iglesia. Aunque el rito volverá a celebrarse de manera especial en San Pedro, no se espera que se convierta en una práctica generalizada: las misas en lenguas locales continuarán siendo la norma y los permisos especiales seguirán siendo necesarios para eventos similares.
Este acontecimiento tiene un valor más allá de lo estrictamente litúrgico, pues refleja un intento de equilibrar la tradición con la unidad eclesiástica, ofreciendo a los fieles que seguían la misa en latín un reconocimiento, al mismo tiempo que plantea cómo se gestionará esta coexistencia de formas litúrgicas en los años venideros.
YC
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